Mil setecientos sesenta y ocho kilómetros que han dado para mucho.
Primero fuimos unos días "a casa" y el Domingo de Resurrección la niña (mi hija) se vistió de charra con el traje que hizo la abuela (mi madre).

Creo que no podía haber en Salamanca una persona más orgullosa que yo con todas los piropos que recibieron el traje y la modelo, bueno, a lo mejor mi madre que es la artista y abuela de la niña.

Y después ruta.
Cáceres.
